lunes, 6 de febrero de 2012

Lo personal y lo profesional en redes sociales

Últimamente se alzan muchas voces críticas contra los que damos nuestra opinión o nuestros consejos sobre el uso de redes sociales como herramienta de marketing. Sin ánimo de entrar en polémicas con nadie, hay una corriente de pensamiento que viene a decir más o menos: "En las redes sociales no hay reglas. Cada uno las usa como le da la gana y todos los usos son igual de respetables". 

A priori no tengo nada que objetar a esta afirmación si la circunscribimos al uso personal que cada uno haga de sus cuentas en Twitter, Facebook u otras redes. Desde estar en contacto con tus amigos hasta tuitear noticias o colgar vídeos cachondos, efectivamente cada uno hace el uso que quiere. De eso se trata, de que las redes sociales  son espacios de expresión libre en el que cada uno se muestra como es o como quiere hacer creer que es. 

Otro cantar es hablar del uso profesional de los social media como herramientas de promoción de una marca, sea una marca personal o la de una empresa. Ahí sí que discrepo radicalmente con la doctrina del "todo vale". Y sí, hay reglas básicas. Exactamente las mismas reglas que rigen en cualquier otro tipo de comunicación o interacción corporativa o de marketing. Hay cientos de ejemplos de sonoras meteduras de pata de community managers o directivos poco respetuosos con los valores que su empresa pretende transmitir, que han tenido consecuencias muy negativas para la reputación online de sus marcas.

Al final se trata de algo tan sencillo como eso: la transmisión de valores de la marca. En qué cree la empresa, cuáles son las reglas del juego que se establecen en su relación con sus clientes y seguidores, en definitiva, qué puede esperar una persona que interactúe con ellos. Los valores son la base sobre la que después se establece la política de comunicación de la empresa, dentro y fuera de las redes sociales, tanto con sus empleados como con el público en general. 

Lo primero que es exigible a una marca es que sea coherente con lo que vende y con cómo se vende. Sus acciones  de marketing y publicidad estarán basados en valores como el compromiso, la transparencia, la honestidad o cualesquiera que sean los que la empresa decida. Una vez decidido qué es importante, hay que ser coherente con ello, si no la publicidad se convierte en algo vacío y acartonado a lo que el cliente no prestará atención, ya que sabe que se  dice una cosa y luego se hace algo muy diferente.

Las redes sociales son un elemento básico en la reputación de una marca. Hoy, si hablamos de reputación, tenemos necesariamente que hablar de reputación online. Dado que no podemos controlar lo que la gente dice de nosotros, debemos ser extremadamente cuidadosos en qué es lo que nosotros estamos fomentando que digan. 

Por tanto, sí hay reglas en la interacción con los usuarios y seguidores. La primera es la coherencia, pero hay algunas otras que deben ser tenidas en cuenta:

  • Promoción. Los mensajes puramente promocionales deben ser limitados y no constituir la mayoría del contenido que aportamos. Si queremos amplificación, necesitamos tener seguidores, y esos seguidores vendrán por la aportación de valor que les hagamos. Por supuesto que una promoción apetitosa es una aportación de valor en sí, pero no puede ser lo único que hagamos.
  • Interacción. Nunca olvidemos que la comunicación en redes sociales es bidireccional. Interactuar con los usuarios intensifica el recuerdo de la marca mucho más que cualquier mensaje promocional. Los datos son claros: En Twitter el recuerdo de la interacción con una marca duplica al que se obtiene en Facebook (Observatorio Español de Redes Sociales, 2011) y esto es debido a que en Twitter la interacción es una conversación, mientras que en Facebook la interacción se realiza por la vía de la promoción. 
  • Inmediatez: Cuando una persona inicia una conversación, queda a la espera de una respuesta, que debe ser lo más rápida posible para evitar que dicho usuario se sienta abandonado o ninguneado por la marca. Si en nuestro perfil de empresa dice que estamos ahí para hablar, hagámoslo, y si no, no lo digamos.
  • Aportación de valor: La receptividad del cliente hacia un mensaje promocional es mucho mayor si esa misma marca se preocupa de aportar valor "gratis" al usuario. Desde aconsejarle cómo utilizar el producto hasta prestarle una correcta atención al cliente, pasando por hacerle llegar tendencias o noticias relacionadas, son muchas las formas en las que ese valor puede ser aportado. 
La lista podría ser mucho más larga, pero creo que éstas son las ideas básicas a partir de las que podemos construir una estrategia eficaz de presencia online para nuestro negocio. Después, a nivel personal, cada uno que haga de su capa un sayo.

1 comentario:

  1. Como proyecto de psicólogo de organizaciones que soy (a largo, largo, larguísimo plazo), aunque profano en márketing, veo que aconsejar sentido común y coherencia a un cliente puede ser fácilmente malinterpretado por éste como un insulto a su inteligencia. "¿Me está usted diciendo que soy un insensato y un incoherente?". De ahí, sospecho, el origen de las críticas cuya referencia abre este artículo.

    En las materias y disciplinas académicas en las que me muevo, coherencia, interacción, inmediatez y aportación de valor se aproximan al concepto de "actitud", entendida como predisposición aprendida a actuar de una determinada manera respecto a un objeto determinado. Así, la actitud determina en buena parte la conducta, que es el comportamiento observable desde el exterior, así en las personas como en las organizaciones. Una multinacional que gestiona incorrectamente sus relaciones públicas con el cliente final y ensucia su imagen lo que está haciendo es exhibir una conducta desadaptativa. Hay multitud de ejemplos. La solución podría ser contratar los servicios de un especialista que "deshaga el entuerto", pero difícilmente se puede corregir una conducta desadaptada si no se corrigen las actitudes que la generan.

    Pero la tarea no es nada fácil. Las actitudes se aprenden, lo que significa que se pueden modificar, sí. Pero las actitudes forman una estructura compleja de elementos que no son únicamente conductuales; encontramos afectos (motivaciones, sentimientos,...) y encontramos cogniciones (percepción, memoria, razonamiento,...). Un cambio en un elemento no determina el cambio en el resto. Por otro lado, las actitudes, por sí mismas, no permiten predecir el comportamiento final, ya que en este también influyen las circunstancias del entorno.

    Por todo esto y mucho más, compañero, te admiro pero no te envidio. No me he equivocado de carrera.

    ;-)

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