miércoles, 7 de diciembre de 2011

Mea culpa

Si normalmente me gusta poner ejemplos de cosas, bien o mal hechas, que han hecho otros en internet, hoy voy a hablar de algo que yo he hecho mal.

Esta mañana Twitter ha amanecido con el TT #cuatroganapanes a propósito del artículo de El País que refleja la opinión de algunas personas del mundo de la cultura sobre la no aprobación del reglamento de la "Ley Sinde" en el último consejo de ministros. No estoy a favor de las restricciones extrajudiciales o el cierre de webs ni en éste ni en nigún caso, pero determinadas actitudes del tipo "le hemos ganado al Gobierno" me parecen bastante estériles. En cualquier caso, no es éste el tema que me ocupa hoy.

Los que me conocen saben que Enrique Dans, uno de los líderes (le guste a él o no) del movimiento anti-ley Sinde, nunca ha sido santo de mi devoción, no tanto por sus opiniones como por sus actitudes. El caso es que esta mañana se me ha ocurrido preguntarme en Twitter si el Sr. Dans habría dado instrucciones a su editorial para que no emprendiera acciones contra quienes copiaran o compartieran  su libro, sin informarme previamente del tipo de licencia que el autor había otorgado, en este caso Creative Commons, que permite compartir el contenido libremente. Desconozco qué opciones incluye la  licencia CC  en este caso (hay varios tipos, con diferentes niveles de restricción en lo que se comparte), ya que en la web del libro no se menciona (o al menos no yo no he sido capaz de encontrarlo). No contento con ello, juzgando simplemente por el hecho de haber visto al Sr. Dans promocionando la venta de su libro (que está a la venta en librerías) me he permitido afirmar que tal licencia no afectaría a la edición en papel, lo que es una metedura de pata aún mayor. Afirmaciones ambas que han sido inmediatamente rebatidas por él y apoyadas por otros tuiteros.

Independientemente de que comparta o no las opiniones de Enrique Dans, al César lo que es del César. Reconozco mi error garrafal al no informarme previamente del tipo de licencia de su libro antes de escribir esos  comentarios y, tal y como ya he hecho en Twitter, le pido públicamente disculpas por mis afirmaciones que han sido, cuando menos, injustas. No entro a valorar, porque creo que no corresponde, su reacción a mis comentarios. Baste decir que las disculpas han sido aceptadas por él y que la polémica ha sido dada por zanjada por ambas partes.

Evidentemente, hoy he aprendido una lección importante: No hay que dejarse llevar por las impresiones o prejuicios personales antes de hacer afirmaciones públicas sobre alguien, aunque se trate de un personaje público. Quizá es algo que he estado haciendo demasiado a menudo, y tendré que pensar detenidamente sobre ello. En cualquier caso, rectificar es lo que corresponde.


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