domingo, 10 de octubre de 2010

Todo el mundo miente.

La frase es el leivmotiv de mi admirado Dr. House, no es mía. Pero a pesar de ser un producto de marketing de un personaje ficiticio. no deja de ser cierto. ¿En qué momento mentir empezó a ser más rentable que decir la verdad?

Dado que el tema daría pie a escribir enciclopedias enteras y es peligrosamente ambiguo, me centraré en dos temas concretos: el marketing y la política (bueno, pretender ser concreto hablando de marketing y política puede ser una contradicción en sí misma, pero lo intentaré).

La crisis ha forzado a las empresas a ser más competitivas. Eso está en los manuales de economía. Lo que no es tan evidente es que esa mejora competitiva, si hablamos de productos de gran consumo, se haya traducido en bajadas sistemáticas de precio, sobre todo en los fabricados por grandes marcas. Yo no sé a vosotros, pero a mí se me queda cara de tonto cuando veo el bombardeo de anuncios con el mismo grito de guerra: ¡Ahora más barato! Y no un 5%, o un 10%, sino un 30% o más. La deducción inevitable es: Si en un momento de crisis, en el que la rentabilidad se reduce, estas empresas se pueden permitir el lujo de reducir un 30% el precio de sus productos y seguir ganando dinero, al tiempo que mantienen una fuerte inversión en publicidad, ¿cuánto dinero ganaban antes? Porque al parecer, no se trata de una oferta por tiempo limitado, y si es así no nos han comunicado cuándo acaba. Se trata, según ellos "de estar del lado del consumidor en momentos de crisis". ¿Multinacionales poniéndose del lado del consumidor? ¿Alguien se lo cree?

Por otro lado, hablar de que los políticos mienten no es, desgraciadamente, ninguna novedad. Me preocupa más que el grado de las mentiras aumente exponencialmente cuanto más difícil es la situación económica.  No me puedo creer que, con la cantidad de mentes pensantes que se supone que hay en los partidos políticos, no se den cuenta de la situación que están creando. El gobierno se hunde en las encuestas, porque empezó negando la crisis, siguió negando que tomaría las medidas que luego tomó y continúa hablando, cuando menos, con eufemismos de la situación. Nada nuevo en situación de crisis. Lo que sí es llamativo es que la oposición no ha subido en intención de voto a costa de la caída del gobierno. No es de extrañar, dado el zafarrancho interno y judicial que parecen tener montado, y su numantina resistencia a contarnos a los demás cuáles son esas soluciones mágicas que dicen tener para la crisis.  Más aún que llamativo: me parece muy peligroso, porque crea un estado de opinión en el que los políticos pasan de ser la solución a ser el problema. De hecho, en las encuestas del CIS "los políticos" han ido escalando puestos en la lista de preocupaciones de los españoles, hasta alcanzar el tercer lugar. Eso es gasolina de alto octanaje, esperando a que algún populista encienda la mecha y abandere la rebelión. Ya hay algunos que están tomando posiciones, de momento tímidamente: Laporta en Cataluña, Rosa Díez, el ex-presidente de Greenpeace en España.... No es que éstos me preocupen, pero una vez que la puerta del populismo se abre, nunca se sabe lo que puede entrar por ella.

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