Productividad. La palabra empieza a estar ajada por los bordes de tanto usarla. España está a la cola de la productividad en Europa, argumento que las sagaces y nada sospechosas organizaciones empresariales utilizan para justificar recortes de sueldos y despidos.
Los empresarios españoles han optado por la vía equivocada: creen que la estrategia del miedo y la amenaza hará que sus trabajadores, al estar bajo constante presión, sean más productivos. No es ninguna novedad. Llevan toda la vida haciéndolo y se ha demostrado el monumental fracaso. La gente no trabaja mejor bajo presión, sino justo al revés.
Mientras tanto, se multiplican los estudios que demuestran que es la libertad y no la opresión lo que mejora la productividad de los trabajadores. Digo libertad, y no dinero.
La regla de oro de la productividad es sencilla: conseguir que los trabajadores sientan la empresa como suya. Para eso hace falta trabajar en el clima laboral analizando las dotes de liderazgo de los directivos y responsabilizándoles del bienestar en la empresa de las personas a su cargo. Los látigos ya no sirven.
Lo que funciona son estrategias de remuneración emocional: no voy a pagarte más, pero voy a hacer todo lo posible para que te sientas a gusto, porque sé que así podré pedirte que rindas al máximo. Cosas tan sencillas como la flexibilidad en los horarios, el teletrabajo, los descansos, eliminar la dictadura de las corbatas, facilitar las comidas a bajo precio con cheques de comida (o sencillamente pactando un menú con un restaurante cercano) y, sobre todo, demostrar que confías en tu gente. Pregúntales, crea canales de comunicación, haz que se sientan libres para hablar de lo que no les gusta o lo que cambiarían.
Con estrategias así se reduce el absentismo y las bajas por estrés y se consiguen mejoras de hasta el 25% en la productividad. Ya hay muchos ejemplos de empresas a los que les ha funcionado.
Por desgracia, la condición sine qua non para que todo esto funcione es el cambio de mentalidad de los empresarios. Visto lo visto, toda una utopía en este maltrecho país.
Me ha gustado la entrada Javi.
ResponderEliminarConozco alguna empresa, en mi sector, que sí aboga por esa cultura que describes. Curiosamente en el entorno económico hostil en el que nos encontramos, sus números durante el año 2011 han sido positivos.
Saludos,
Toño.